Si bien siempre recomendamos bañar a nuestra mascota, como parte indispensable de su salud y bienestar, igual de importante es prestar especial atención a aquellas lesiones de su piel, pues es interesante saber, con qué nos podemos encontrar y qué hacer en tal caso.

En el cepillado diario, en el baño o cuando esté tranquilo en casa, es un momento perfecto paraaprovechar a revisar su pelaje y su piel, porque puede tener alteraciones que nunca ha tenido o bien, sucesos que recurren de nuevo.

Nuestro gato o nuestro perro, puede presentar Piodermas (Infección bacteriana de la piel, productora de pus, causada por Staphylococcuspseudintermedius), y que puede presentarse en forma de pápulas-pústulas-alopecia, erosiones-úlceras purulentas, escamas en piel, nódulos o  inflamación regional.Nada contagioso para los demás animalesy tampoco para los humanos,pero sí para el resto de su piel, ya que se puede extender a otras partes de su cuerpo.

Las piodermas están clasificadas según la profundidad y gravedad de la infección:

Pseudopirodermas máshabituales: crecimiento de gérmenes en la superficie de la epidermis sin infección.

Piodermas superficiales: bien como infección de los epitelios superficiales de la epidermis o bien de los folículos pilosos

Piodermas profundas: la mayoría de las veces, se trata de una evolución de la pioderma superficial, mostrándose como un desarrollo bacteriano de la dermis y, en ocasiones, de la hipodermis.

¿Por qué puede infectarse?

  • Factores físicos (traumatismos, maceraciones, cuerpos extraños)
  • Higiene deficiente
  • Procesos infecciosos y parasitarios (tiñas y sarnas)
  • Trastornos pruriginosos (alergias), autoinmunes…
  • Defectos en la queratinización de la epidermis (seborrea) y de los folículos (alopecia de los mutantes de color)
  • Endocrinopatías (síndrome de Cushing, hipotiroidismo)
  • Malnutrición y malformaciones anatómicas (pliegues)

¿Qué tipo de lesiones pueden darnos la voz de alerta?

En nuestro perro, podemos encontramos ante unas lesiones primarias, comopústulas y pápulas de forma superficial, o Furúnculos y nódulos en forma más profunda.

También en forma de alopecia, erosiones, úlceras, costras de pus, fístulas, etc.

La pioderma felina, puede presentar manchas amarillas o rojizas en la piel, con mal olor en ocasiones. También pueden presentarse húmedas al tocarlas y con gran picazón al gato, incluso nuestra mascota puede puede perder la piel en las zonas afectadas.

¿Cómo puedo conocer el alcance de la infección?

Tú veterinario podrá inspeccionar las lesiones con sus características, forma y localización, para detectar la presencia de la infección.

Pero,  si tú mascota tiene una infección más seria (incluso con alto riesgo de su salud), debe recoger muestras de la pioderma, llevando a cabo un cultivo bacteriológico y antibiograma, para detectar la presencia de bacilos, presencia de resistencia a los antibióticos y/o fracaso de terapia antibiótica.

En casos refractarios o graves será necesaria la realización de una biopsia de piel o análisis sanguíneos si se sospecha de que la causa puede ser un proceso sistémico

En gatos, la infección se puede estudiar con cultivos bacterianos y de hongos, raspados en la piel, pruebas de alergia y análisis de sangre.

¿Y el tratamiento?

En una pioderma canina, los antisépticos tópicos y los baños bactericidas pueden ser como terapia principal un fantástico componente, desaconsejando como primera medida, el uso de antibióticos.

Si nos encontramos ante una pioderma superficial extensa, y en cualquier proceso profundo, si sería un principal tratamiento, una correcta antibioterapia sistémica, que se complementaría con baños periódicos con geles y champús antisépticos, para acortar el tiempo de recuperación y mejorando el bienestar de nuestra mascota.

En gatos el baño, debido a las características de la especie, es más inusual. Una vez estudiada la causa de la pioderma, puede ser tratada con antibióticos.

Hay que tener en cuenta que las piodermas puras en gatos son mucho menos frecuentes que en perros, y los procesos dérmicos más frecuentes son los abscesos (consecuencia de peleas),  las dermatitis alérgicas (principalmente a las pulgas) o los problemas autoinmunes.